lunes, 10 de agosto de 2009

MODELO DE PAIS

En los últimos tiempos ha cobrado vigencia la discusión sobre el “modelo de país” que requerimos los argentinos.

Veamos que tenemos y de que somos capaces y podremos respondernos.

Tenemos un cierto grado de desarrollo científico y tecnológico: somos capaces de producir autos, camiones, locomotoras, vagones. Maquinarias de complejidad diversa. Aviones. Energía nuclear. Enriquecimiento de uranio. Reactores. Usinas atómicas. Motores. Turbinas. Sistemas hidráulicos. Equipamiento médico. Instrumentos. Medicamentos. Desarrollos genéticos en humanos, animales y plantas. Alimentos. Equipamiento industrial diverso. Plantas elaboradoras de alimentos y bebidas. De transformación láctea. De producción de aceites. Frigoríficos. Construcciones civiles de envergadura. Carreteras y autopistas. Represas. En fin, de todo un poco.

Si estuviésemos viviendo en Neuquén, Chubut o Santa Cruz, podríamos pensar en un modelo petrolero. En Mendoza o San Juan, en la producción de vid y vinos. En Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero, en producción de cereales, ganado y alimentos en gran escala. En La Rioja y Catamarca, en el olivo y en la fruticultura. En Tucumán, en azúcar y cítricos. En Salta y Jujuy, en productos tropicales. En Chaco, Formosa y Misiones, en madera. En Corriente y Entre Ríos en producción ganadera y cultivos diversos. En la extensa Patagonia, en la pesca y en la lana y carne ovina. En Río Negro, en sus frutas exportables.
Habría que sumar obviamente, en todos esos lugares, las producciones secundarias.

Más de la mitad del territorio tiene encantos turísticos.

Disponemos de una inimaginable riqueza en el subsuelo, prácticamente inexplorado, pero somos concientes de que tenemos oro, uranio, plata, wolframio, y diversos minerales que prácticamente no han sido explotados.

Tenemos miles de kilómetros de plataforma submarina.
Una porción de Antártica y algunas isalas australes nos pertenecen.
Las Islas Malvinas en discusión.

Poseemos importantes fuentes de energía hidráulica; reservas de gas y potencial eólico y solar. Además de un potencia enorme en biocombustibles.

Disponemos de agua dulce superficial en casi todo el territorio, e importantes cauces subterráneos provenientes de la cordillera.

Vías fluviales navegables que recorren todo un costado del territorio.


El “modelo de país” no podrá ser otra cosa que la armonización racional y eficiente de la diversidad productiva regional. Los países tienen un “modelo” simple cuando dependen de una fortaleza dominante.
En nuestro caso las fortalezas están regionalizadas. Y todas requieren de inversión y desarrollo.

Necesitamos infraestructura (carreteras, autopistas, ferrocarriles, flota mercante, líneas aéreas) que comuniquen a las regiones entre sí y con el mundo y permitan el transporte e intercambio productivo.
Requerimos desarrollo industrial sostenido para incorporar valor agregado.
Debemos desarrollar capacidad gerencial para saber comercializar en el mundo nuestras producciones.
Debemos aumentar la educación en todas las capas sociales. Formar técnicos. Especialistas.
Necesitamos simplificar las reglas y eliminar a las corruptelas que traban a la producción y al comercio.
Debemos recuperar la ideología del trabajo honesto y superar las fórmulas del facilismo individualista.
Debemos tributar sin trampa, y controlar que nuestro tributo se convierta en obras.

Nuestro “modelo de país” no puede ser simple.
No es viable jugarnos cara o cruz a una riqueza coyuntural, como fue alguna vez la carne y es ahora la soja.
Al país debemos resolverlo región por región, producción por producción. Y hacerlo viable para todos. Y esencialmente justo.

Cambiemos la palabra: no hablemos más de “modelo”. Es un término reduccionista. Hablemos mejor de “plan”. Eso sí, necesitamos un plan. Un plan integral.
Un plan que abarque a todas las regiones. Con sus debilidades y fortalezas. Con sus problemas específicos. Debemos estudiar todos y cada uno de esos problemas. Debemos construir las mejores soluciones. Compatibles con los recursos naturales y con el medio ambiente. Armónicas con el desarrollo social.

Esto es lo que tiene que hacer la política, con pluralidad de ideas y participación de todos los sectores.

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